domingo, 31 de enero de 2016

Nuevas mañanas

Nuevas mañanas, días enteros.
Sorpresas, disgustos.
Las ganas de comerme el mundo.
Esa manía tuya de pertenecer a mis gustos.

Dolor, sufrimiento.
Llamarte nómada para no sentirte tan culpable de arrancar la página de mi cuento.
Duermo.
Soñar que te tengo no es tan frío en invierno.

Manías, carreteras, noches en vela.
Líneas discontinuas que nos separan como barreras.
Cuchillo en mano y una cita callejera.
Morir y verte duele menos que una puñalada trapera a ciegas.

Días, meses, años.
Sigues en mi cuarto.
Amistad, amor, lo que sea que tuvimos.
No sé cómo me siento por haberlo perdido.

viernes, 1 de enero de 2016

Niña valiente, saca una sonrisa

Tantas veces se ha mirado al espejo
y ha querido partir su reflejo
para asustar a sus mil demonios.
Tantas veces ha llorado en silencio,
buscando el por qué
de un amor tan cruel
que le dio a alguien que ni siquiera la quería.
Tantas veces ha buscado
consuelo en sus propios brazos
porque no tenía a nadie que la abrazara.

Día y noche se pasó pensando
qué hizo tan mal para haberlo alejado.
Su reflejo se fue distorsionando;
su felicidad se fue en el tornado.
Los huesos salieron a dejar un mensaje en claro.
Gritaba en silencio.
Se mordía la lengua conteniendo el aliento.
Se movía sin hacer movimientos.
Esa chica que antes derrochaba huracanes con sus besos,
ahora lloraba por un capullo que le quitó sus deseos.

Mi niña valiente,
mi ángel de la guarda,
no maltrates el cuadro.
¿Qué debo hacer para que empieces a apreciar el arte que es tu retrato?
¿Qué debo hacer para que abras las alas,
emprendas el vuelo
y dejes atrás todos tus complejos?
¿Qué tengo que hacer para que te veas con los ojos que yo te veo?

Cariño,
no sé si te das cuenta
de
que
eres
perfecta.
Que aquello que él no supo ver,
deja sin aire al mismísimo oxígeno.
Que debes seguir siendo valiente,
mirar al cielo
y dar la espalda al miedo.
Que no se te olvide.
Que no se te olvide que eres fuerte,
valiente
y
que
puedes
con cada capullo que se te enfrente.
Que no se te olvide mostrarle cuán feliz puedes verte...
Sin verle.

domingo, 27 de diciembre de 2015

Abre el calendario, cariño, que empieza un nuevo día

Ahogar las penas en alcohol es lo típico de estas fechas.
Creerse una niña grande que ya no quiere beber agua
porque al fin y al cabo es la misma miseria.

Es típico quemar un calendario con recuerdos
y abrir otro con deseos.

Apunta por ahí que tu mejor caída ya no será desde un precipicio.
Aprenderás a volar sin despegar los pies del suelo.
Le darás un beso a todas las heridas que has abierto.
Ya no malgastarás saliva limpiando los platos rotos de algún fracasado.

Deja atrás todo el dolor que te han causado
y brinda,
y sueña,
y empieza
una
nueva
vida.

Mírale a los ojos y dile que ya no es tu pesadilla.

Abre el calendario, cariño,
que empieza un nuevo día.
Causa incendios en corazones marcados como anti-balas,
a ver si resisten el fuego de tus labios.
Empieza a creerte que eres especial
y valiente
y guapa
e inteligente
y que nada,
ni nadie,
te diga
a
qué
tener
miedo.

Afloja el nudo de tu corbata
o te quedarás sin aire.
No te asfixies,
que eso no lo merece nadie.
Poco a poco llegará de nuevo el invierno.
Pasarás por ese verano
que puede ser a la vez tan frío
e intenso.

Pero cuando quieras colocarte al filo del precipicio
acuérdate de mí;
de la persona que te dijo
que
nunca
debes
rendirte.

miércoles, 23 de diciembre de 2015

Incendio

Recuerdo que una vez,
cuando era pequeña,
encendí mi primera cerilla.
Estaba asustada
y al mismo tiempo emocionada.
Por un momento me quedé mirando la llama,
y cuando empezó a consumirse y a acercarse demasiado a mi dedo,
llamé corriendo a mi madre para que viniera a rescatarme.
Llegó justo a tiempo de soplar
y evitar que me quemara.

"Debes tener cuidado.
Si juegas con fuego,
puedes quemarte",
fue lo que me dijo.

Desde entonces juego con fuego.
Hay algo que me hace sentir bien
en la forma en que se acelera un corazón cuando te arriesgas;
cuando te expones a un peligro y sales ilesa.

He quemado hasta los restos tantos papeles
que hasta empecé a pedirle deseos a las cenizas.

He quemado hasta los cimientos
todas las ciudades en las que he crecido.

He sido ese mechero
que ha prendido fuego
en la gasolinera donde solía jugar de pequeña.

Se me ha contraído el pecho,
y al final,
ha acabado todo en incendio.

sábado, 10 de octubre de 2015

Dos más dos no son cuatro



Me han contado
que el amor es como las matemáticas.
Que dos más dos son cuatro,
y que siempre es la misma temática.
Que una boca no dispara balas,
y por lo tanto nunca
puede restar una en la recámara.
Que dos entre uno siempre será dos
y no existe esa supuesta metáfora
en las que ambos multiplican el corazón.

Me gustaría saber
quién fue el capullo que inventó eso.
Quienquiera que fuese,
estoy segura de que nunca había mirado
dentro de sus pestañas,
ni había jugado
a contar las palabras
que salen como si nada
de sus labios.

Quisiera contarle a ese imbécil
la cantidad de balas
que han salido de su boca
y que siempre fue poca
la distancia interpuesta
que acertaba
en darme al corazón.
Algunos lo llaman morir de amor;
yo prefiero decir
que me falta su calor.

Que el amor no es cosa de matemáticas.
Que también se aprende de lengua
cuando malgastas saliva
tratando de mantenerte viva
para ser la musa de su verso.
Que yo me puse al filo del barranco
por sus besos,
y nunca imaginé
que fuera a empujarme.

Que en el amor hay historia.
No me niegues
que las orillas del Sena
son escenarios
de miles de poemas.
Que el agua de la arena
trae las penas
de aquellas lágrimas
que los poetas
dejaron en botellas
como si fueran cartas.

Que yo descubrí
que aquella metáfora
no formaba
parte de versos.
Que sus besos
no sumaban,
sino que multiplicaban
las ganas
de comerle la boca.
Que yo mejor le susurraba
poemas al oído,
para que ninguna perra
pudiera lamerle lo que,
aunque no lo fuera,
era mío.